UN POCO DE NUESTRA HISTORIA

La larga historia de la Institución Masónica, y su vasta implantación en el mundo, conformando una multicolor colectividad de hombres y mujeres de diversas razas, lenguas, tradiciones; creyentes o ateos, ha aportado a la Franc-Masonería una preciosa experiencia. Y la lección más grande que ella puede obtener hoy día de esa tradición, es tal vez, la de una perpetua superación, la de la adaptación sin cese de sus métodos a las realidades y a las esperanzas de las sociedades humanas en continuo cambio.

Esta continuidad en la cadena del tiempo marca, para la Franc-Masonería moderna, la solidaridad que la liga a sus hermanos desaparecidos y a sus esfuerzos realizados para mejorar al hombre y a la sociedad. Esta es una real fuente de enriquecimiento y de ánimo.

LOS ANCESTROS DE LOS FRANCMASONES

La Franc-Masonería bajo su forma actual, nació a principios del siglo XVIII en Gran Bretaña. Pero sus orígenes son muy antiguos y múltiples.

La Edad Media conoció múltiples asociaciones de oficios (herederos, tal vez, de los collegia del Imperio Romano) donde el saber profesional se trasmitía por cooptación e iniciación en las artes del oficio. Los Masones (del inglés: albañil), constructores de iglesias y de catedrales, conformaron muy rápidamente un oficio aparte: los secretos profesionales del arte de construir eran numerosos, las obras en construcción eran enormes empresas para la época, la protección de la iglesia que comandaba las construcciones así como la necesidad de los desplazamientos de un lugar a otro, muchas veces a muy grandes distancias, fue permitiendo a los Masones, a la vez arquitectos y jefes de las obras, de escapar a la servidumbre señorial.

Desde el siglo XII al menos, constituyeron un franc-metier (oficio libre); eran franc-maçons en francés o free-massons en inglés, es decir, franc o free significando libre y titular de un estatuto personal y profesional independiente de las jurisdicciones señoriales y feudales.

LOS ORIGENES EN INGLATERRA

Tempranamente, la organización de los Free-massons se transforma profundamente en Gran Bretaña. En sus logias (reuniones) se encontraban cada vez más numerosos, los Masons “aceptados”, nobles, eclesiásticos o burgueses, que no tenían ninguna atadura con la profesión de constructores. De esta manera, la Masonería “operativa” se fue transformando en Masonería “especulativa” o filosófica; así, no se busca en esos talleres donde se reúnen los albañiles y arquitectos constructores, los mejores procedimientos para la construcción, o como elaborar mejor la argamasa con la que ensamblar las piedras del edificio, sino que ahora se conversa y se busca cada vez más, cuáles son las vías a transitar para que los hombres puedan armoniosamente juntarse a los efectos de construir una humanidad mejor y más esclarecida. Esta “nueva” Masonería toma de la “antigua” un gran número de sus símbolos, sus reglas de disciplina, de comportamiento y sobre todo el noble ideal de perfeccionamiento del ser humano: es necesario construir este ser de la misma manera como los antiguos construían las catedrales.

El 24 de junio del 1717, cuatro de estas Logias de Londres se reunieron para festejar el solsticio de verano nórdico, y se constituyeron en Gran Logia, atribuyéndose el poder de regir los otros talleres. Esta Gran Logia estableció en 1723 las constituciones llamadas de Anderson, por el apellido del pastor protestante que las redactó, las cuales codificando los antiguos deberes masónicos, fueron y son todavía una referencia reconocida de la Franc-Masonería Universal.

Era también la época donde se desarrollaba lo que se llamaría luego la Filosofía de las Luces o Iluminismo; y todos aquellos que participaban, a cualquier título, de esta gran corriente de ideas innovadoras que pregonaban la libertad, la igualdad y la fraternidad para todos los humanos, no podían no adherir a la Franc-Masonería, que hacía de esa divisa su propio fundamento.

Muy rápidamente, la Masonería se extiende por el viejo continente y también en las Américas. No por conocida, no deja de ser casi imperioso señalar una vez más el rol que jugó la Masonería en las luchas patrióticas: una buena parte de nuestros libertadores, eran miembros de la Institución.

¿Será entonces – luego de lo que venimos de ver – que la Franc-Masonería es sólo una supervivencia de viejas ideologías hoy superadas?

Pero, también podemos preguntarnos, ¿están superadas las nociones de libertad, igualdad y fraternidad, las solas banderas que la Franc-Masonería haya siempre enarbolado?

Sin embargo, si observamos hacia nuestro entorno social cotidiano, como si echamos una mirada planetaria, seguimos viendo la vigencia de las luchas contra la opresión, constatamos lo poco pacífico que es nuestro mundo y como se desarrolla la violencia en nuestras sociedades, o como todavía se sigue considerando a los seres humanos diferentes de acuerdo a su sexo, raza y color, creencias o medios materiales que posea. Entonces, la Franc-Masonería continúa refiriéndose al tríptico de libertad, igualdad y fraternidad como un ideal permanente, y busca agrupar a hombres y mujeres que sinceramente crean que es posible luchar para avanzar en el sentido de esos ideales. La Franc-Masonería busca hacer avanzar la humanidad hacia el progreso, que ella llama La Luz.

La Franc-Masonería entonces, está hecha de permanencias. Su ideal continúa siendo el de los masones operativos del medioevo y el de los masones especulativos del Iluminismo; es humanista, ante todo, y progresista. Cree en el hombre y en su perfectibilidad. Es la razón por la cual intenta ser innovadora, intenta ubicarse en su tiempo y su fidelidad a un ideal tan viejo, no le impide, en nombre de ese mismo ideal, interesarse y contribuir a preparar el porvenir.