GRAN ORIENTE DE LA FRANC-MASONERIA DEL URUGUAY
SUPREMO CONSEJO DEL GRADO 33º DEL REAA PARA LA
REPUBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY
Carta a los Candidatos a la Presidencia de la República Oriental del Uruguay
Montevideo, 1 de febrero de 2019
Señor(a)
Candidato(a) a la Presidencia de la República
Respetable Ciudadano(a)
Los hombres y mujeres Francmasones, ciudadanos de la República e integrantes de las
entidades Gran Oriente de la Franc-Masonería del Uruguay (GOFMU) y Supremo
Consejo del Grado 33º, les hacemos llegar nuestros saludos fraternales y republicanos,
y nos dirigimos en esta instancia a Ud. como a los demás aspirantes a dirigir nuestro
destino político, pues deseamos expresarles algunas de nuestras ideas, conceptos y
anhelos para nuestro país y nuestra sociedad. Especialmente lo hacemos en este
comienzo del proceso que nos conducirá hacia el momento más importantes de nuestra
tradición democrática, como lo es la elección de autoridades del próximo gobierno que
guiará los destinos de nuestro país para los próximos años.
Nuestra motivación no responde a ninguna acción proselitista ni presión corporativa de
ninguna índole, porque no tenemos vocación de constituirnos en ninguna de las
instituciones políticas contingentes, ni ánimo de indicarle a los ciudadanos cuál es o no,
su mejor manera de votar.
Los Francmasones somos ciudadanos comprometidos con la idea del progreso humano
Nuestra motivación es la de exponerle nuestra visión y nuestras opiniones hacia el futuro,
pues los francmasones somos – más acá y más allá de las coyunturas políticas –
ciudadanos comprometidos con los destinos de nuestros país y de nuestro pueblo, del
cual formamos parte entrañable, y consubstanciados tradicionalmente con un ideal de
progreso humano que es el signo tal vez más distintivo de nuestra Institución a nivel
global, desde su reorganización moderna hace más de 300 años, en Londres, el 24 de
junio de 1717. Esto queda expresado en uno de sus emblemas tradicionales de Libertad
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GRAN ORIENTE DE LA FRANC-MASONERIA DEL URUGUAY
SUPREMO CONSEJO DEL GRADO 33º DEL REAA PARA LA REPUBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY
– Igualdad – Fraternidad, que marcan la naturaleza profundamente valórica de nuestro
accionar.
Efectivamente, nuestra Institución Masónica es esencialmente científica, filosófica,
filantrópica, cultural y progresista, que tiene por objeto la búsqueda de la Verdad (sin
exclusivismos), la práctica de la Virtud y el ejercicio de la Solidaridad, persiguiendo el
mejoramiento moral, material, intelectual y espiritual del Ser Humano y de la Sociedad.
Tiene por principios y exige de sus adeptos, la práctica del librepensamiento, la tolerancia
mutua, el respeto por sí mismo, la defensa de los Derechos Humanos, y de la Libertad
Absoluta de Conciencia.
No prohíbe ni impone a sus miembros ninguna convicción religiosa ni ideológico-política;
sin embargo, rechaza toda afirmación dogmática y todo fanatismo. Combate la
intolerancia; y se opone por todos los medios a su alcance a la opresión espiritual, social,
cultural, política, económica, y ambiental del ser humano.
Su accionar se desarrolla lejos de las pasiones partidistas y de la búsqueda del poder. Su
dedicación es trabajar para mejorar, perfeccionar a sus miembros, entre otras cosas, para
que cada uno de ellos sea un mejor ciudadano, más comprometido con la construcción
social y el interés general. Por ello, nuestros miembros actúan en cualquiera de los
campos del quehacer humano con absoluta libertad, obrando por el perfeccionamiento
social, cultural y material de la sociedad, en el marco de los ideales y principios que nos
son comunes.
Estos ideales son nuestros compromisos esenciales como masones. Ellos nos vienen de
nuestras tradiciones de los gremios de constructores de la Edad Media; de los
protagonistas de las grandes revoluciones liberales, democráticas y republicanas de los
siglos XVIII y XIX; de nuestros libertadores – muchos de los cuales fueron francmasones –
quienes forjaron las independencias y la construcción de las Repúblicas en nuestro
continente; de quienes fomentaron los Derechos Humanos, las reivindicaciones sociales y
de los impulsores de la paz y entendimientos universales del siglo XX. Todos nobles
ideales y luchas libertarias, que han sido abonados por millares de francmasones
martirizados y forjadas por luchas contra la opresión de los totalitarismos del signo que
fueren, y de los dogmatismos fanáticos políticos y/o religiosos.
Sostener la democracia, la institucionalidad y crear cultura cívica
En el escenario internacional nuestro país ocupa una posición muy importante en lo que
respecta a la madurez de nuestros sistema político, a la tradición histórica y la legalidad
en la constitución de sus partidos políticos y en los procesos democráticos para conformar
sus autoridades internas y especialmente por las instancias técnicas con la cual se
elaboran los programas que se proponen a la ciudadanía.
Esa imagen y esos valores que nos ha identificado e identifica, se construyen día a día en
las formas en cómo se comportan los diferentes actores institucionales en la arena
política, en donde lo importante es debatir ideas y no caer en adjetivos que intentan
descalificar a los que las sostienen. El Uruguay siempre se ha caracterizado por ser uno
de los países donde el acceso democrático al poder no ha utilizado el camino de dividir
con la intolerancia hacia el que piensa distinto. La democracia es diálogo y no agresión.
No se hace política descalificando al que piensa distinto, ni imponiendo mayorías que
dejan sin expresión a las minorías o imponen desvíos a la institucionalidad republicana.
La ciudadanía lo espera. Apostar por la desconfianza, con la diabolización del adversario,
y la fragmentación entre las distintas visiones de país, sería herir nuestra democracia
republicana, y sus consecuencias no serían debilitar al ocasional adversario, sino de
fragilizar la confianza en las estructuras políticas, bases de la participación política
ciudadana.
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Pero la complejidad de los problemas que hoy día tiene nuestra sociedad, nos señala una
nueva época, y nos exige soluciones que requieren generar nuevos pactos y nuevos
contratos sociales entre distintos actores políticos y sociales; para ello se hace necesario
poner en práctica valores y actitudes de grandeza y patriotismo. Donde los dirigentes
políticos, sindicales o de organizaciones en general, deberían tener la estatura política
que la coyuntura requiere para reencaminar la acción del Estado en temas tan
importantes y estructurales para el futuro como son la educación y la seguridad, entre
otros. La historia nos ha demostrado que muchas veces es necesario deponer las
egolatrías ideológicas o personales, sin que ello signifique dejar de lado lo que se piensa,
para avanzar hacia el futuro que todos desean aún dentro de sus diferencias. Siempre fue
necesario ceder en algo para obtener lo que se quiere y eso no es otra cosa que el sano
ejercicio de la democracia.
Sostener la democracia, la institucionalidad de los organismos del Estado, y crear y
recrear cultura cívica, no es solamente respetar los resultados electorales o las normas
que regulan el accionar de los partidos políticos, sino que también es generarla en los
pequeños y grandes actos de todos los días cuando se actúa en la gestión de la cosa
pública. Y eso es también ser republicanos y velar por lo que “es de todos”.
La demagogia tanto como el mesianismo son enemigos de la democracia
Y es justamente ahora, en esta instancia donde comienza el proceso más emblemático de
los valores que hay que cuidar, donde el diálogo con la ciudadanía se intensifica, que
debemos prestar atención a que la demagogia no tenga cabida, ya que es un flagelo sin
signo ideológico y es otro de los principales enemigos de la democracia. Unido a ello
también no es posible concebir al mesianismo político, que oprime la voluntad popular y
menosprecia la capacidad del ciudadano para decidir.
Las acciones para generar igualdad de oportunidades, la no discriminación y las acciones
positivas a quienes son excluidos, no implica solamente destinar recursos para superar
esas situaciones, implica también ser eficientes y cuidar la gestión, para efectivamente
lograr los objetivos deseados y poder ser más expansivos en las coberturas y aún tener
más políticas sociales de protección. La ineficiencia en la gestión de las políticas sociales
es un enemigo de los propios beneficiarios, un enemigo de los esfuerzos de la sociedad y
un enemigo de otras necesidades que también sería importante atender. E implica
asimismo, cuidar que las acciones en ese sentido estén despojadas de toda
intencionalidad proselitista.
No discriminación y políticas orientadas a derechos: signo distintivo de nuestra época
Estamos transitando por una verdadera revolución en la concepción de las políticas
orientadas a Derechos. Sus logros no pueden tener retorno, ni siquiera a la idea que se
tenía a comienzos de este mismo siglo. Los avances de los Derechos de la Mujer, así
como de las minorías sexuales y lo que aún falta por construir en ese sentido, deben ser
un pilar fundamental. Las instituciones firmantes de la presente carta, han sido pioneras al
respecto en la masonería de nuestro país, incorporando a la mujer en absoluta igualdad
con el hombre y luchando contra toda discriminación por sexo u orientación sexual. Pero,
como en todo proceso de cambio, a veces se presentan intolerancias en los extremos de
una y otra posición. Como es condenable el atentar contra templos religiosos por su
posición en contra de muchos de los nuevos derechos, también lo son las posturas que
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enarbolan con mayor o menor virulencia estas instituciones, al no admitir aún que los
seres humanos pueden y deben responder a sus exigencias más íntimas de orientación
sexual, que por otra parte siempre existieron desde el fondo de la historia de la
humanidad.
Pero además estos tiempos generan nuevas necesidades y por lo tanto nuevos
contenidos de Derechos asociados al desarrollo de la humanidad y su calidad de vida.
Algunos de ellos están asociados a la utilización de nuevos instrumentos tecnológicos
fundamentales para la vida, cuyos costos de acceso excluyen a porciones importantes de
la población como sucede por ejemplo, en el ámbito de las técnicas para diagnósticos y
tratamientos de problemas sanitarios, nuevos medicamentos y a la calidad de la atención,
donde cada vez más se profundiza una brecha. Y en éste, como en otros ámbitos, las
mayores inversiones y los mayores costos en la producción de bienes y servicios
esenciales que quedan en ámbitos privados de unos pocos, internacionales o nacionales,
crean lógicas de exclusión que deben remitir a la construcción de ámbitos de reflexión y
elaboración de políticas específicas para su universalización.
Otro ejemplo sobre estos mismos nuevos Derechos, es la falta de avance en la definición
de los usos y responsabilidades en el acceso a Internet, el consumo de sus contenidos y
nuestra inserción cultural en una sociedad en vías de alto desarrollo tecnológico. En
particular, en estos aspectos decisivos para el futuro humano, nos gustaría que se
avanzara en la comprensión de la tecnología por parte de los usuarios, para su mejor
control, y que sean instrumentos decisivos para la transparencia democrática y los fines
educativos para crear mejores oportunidades y condiciones de igualdad. Es importante no
dejar de lado esos nuevos desafíos, y menos aún, que otros decidan por nosotros. En la
medida de nuestras posibilidades, debemos trabajar para que estos nuevos derechos
tengan beneficios claros para nuestra sociedad, y no solo para quienes tienen posibilidad
de generar nuevas necesidades a partir del uso cruzado de datos y detección de los
gustos de usuarios a través de la Inteligencia Artificial. En este campo, debería avanzarse
en la inclusión del concepto de Espacio Público Digital, hoy ignorado en nuestros debates
de sociedad.
Y tan necesario como ello, es lograr el avance y profundización que deben tener las
políticas de servicios y prestaciones para una vida digna de nuestros ciudadanos más
mayores, lo que debería incluir lo que ya se ha comenzado a considerar en ámbitos de
sociedades socialmente más desarrolladas, como es el debate sobre el derecho que
deben tener las personas a elegir también cuando morir dignamente, en determinadas
circunstancias. Estos y otros aspectos abren un abanico de la nueva agenda social.
Educación para la Ciudadanía: clave de la calidad democrática
Nuestra augusta institución tiene entre sus horizontes de trabajo construir los caminos de
una educación para la ciudadanía con el eje en la tolerancia como columna que sostiene
a una sana humanidad. Con ella es posible construir un clima de paz y convivencia al
mismo tiempo que respetar las diferencias. Los consensos no significan destruir ideas ni
tampoco es condescendencia sino se trata de una virtud moral, civil y activa contra el
egoísmo y la opresión. Tampoco se trata de tener ninguna clase de neutralidad. Por lo
tanto la libertad de conciencia, la libertad de pensamiento y la libertad de expresión así
como el respeto en la interacción política, son, según nuestra opinión, columnas de las
sociedades desarrolladas y herramientas sustanciales para construir un futuro que no
sabemos cómo será, pero que debemos prepararnos, en esta coyuntura electoral,
principalmente más allá de ella, para hacer frente a los grandes y nuevos desafíos que
nos promete nuestra inevitable inserción en el mundo global.
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La voluntad ciudadana jamás – y reafirmamos la idea de que jamás – debe sustituirse por
mandatos basados en dogmas de cualquier naturaleza, aún de entidades extrahumanas y
menos aún sujetarla al pensamiento dogmático de las religiones, el cual por más respeto
que se debe tener a quién sostiene esas creencias, no pueden imponerse como una
voluntad única desde la cual basar la estructura del Estado y mucho menos la gestión de
lo público.
La laicidad, característica avanzada de la República, garante de la libertad y de la
democracia
Tenemos esperanzas en que la Laicidad, que ha sido una de las características
avanzadas de la República desde épocas tempranas, pioneras y ejemplares en toda
América, se afiance y se ponga a cubierto de los ataques que contra ella se dirigen desde
todos los fundamentalismos, ya sean ellos religiosos, políticos o aún económicos.
La laicidad debe ser entendida como aquel principio Humanista que implica que nadie,
incluido el Estado, deba intervenir en el ámbito de la conciencia individual. Laicidad no es
ser antirreligioso pero tampoco debe concebirse como una posición prescindente del
Estado, el que debe bregar por garantizar un ambiente de libertades donde pueda
ejercerse la libre comunicación de las ideas y el desarrollo pleno de la persona humana.
Pero, por ello mismo, debe garantizar activamente que lo que es de la esfera de lo
privado, como son las creencias y las concepciones metafísicas, no invadan el dominio de
lo público, menos aún que se transforme en política de Estado.
Por ello solicitamos del próximo gobierno garantizar la plena vigencia de la norma que
suprime “toda enseñanza y práctica religiosas en las escuelas del Estado”, así como
impedir la difusión de posturas de las diferentes religiones en sus aulas. Estas normas
han sido la garantía, hasta ahora, de la absoluta libertad de conciencia para nuestros
educandos, y de que podrán optar en el momento oportuno, por las creencias o no
creencias que más les convengan, en uso de sus plenas potencialidades racionales, y no
por adoctrinamiento de la conciencia. Ello incluye que no sean los recursos de toda la
sociedad la que financien directa o indirectamente a través de subsidios o exoneraciones
a las instituciones y a las actividades confesionales y/o educativas privadas de distintas
organizaciones de cualquier signo religioso, político, empresarial o sindical. Asimismo,
implica trabajar radicalmente por la calidad de la educación pública, y multiplicar su
presencia allí donde ella está ausente o es deficitaria.
La seguridad, un derecho humano básico para garantizar la libertad de las personas
Tenemos el anhelo de que la ciudadanía del país pueda sentirse en seguridad en el
espacio público. Es un atentado categórico al derecho humano básico a la Libertad de las
personas que la inseguridad existente sea en los planos psíquicos como físico. Y es un
deber del Estado poner todos los medios a disposición para garantizarlos. Un ciudadano
no puede rendir ningún servicio a la comunidad, si se encuentra rehén del temor y esclavo
de sus miedos. Combatir sin prejuicios e intransigentemente la violencia social, no es
simplemente una obligación legal, es un imperativo moral categórico de la construcción
social, y es estratégica en la edificación de una sociedad de hombres y mujeres libres.
La integración regional y el compromiso democrático, claves para nuestro accionar
internacional
Finalmente, tenemos el anhelo – tradicional a nuestra Institución – de que se sorteen los
obstáculos existentes en el proceso de integración regional, proceso ya anhelado por
nuestros Libertadores, muchos de ellos Hermanos Masones, que soñaron con una
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América grande e integrada, con sus peculiaridades, pero con un sentimiento de futuro
promisorio. También creemos que la integración es un espacio de múltiples dimensiones,
económico, cultural, social y político. En este sentido, creemos que en las actuales
circunstancias de un mundo complejo, es una necesaria obligación ética, poner el
compromiso democrático en una primera línea de nuestro accionar exterior.
El mundo se abre, y sus ciudadanos buscan nuevos horizontes. Nuestro pasado histórico
nos marca un rumbo de generosidad y apertura para recibir inmigrantes que vengan a
trabajar y aportar a nuestro desarrollo social, cultural y económico, y al respecto
deseamos políticas ordenadas que faciliten la inserción exitosa de los inmigrantes,
brindando garantías y seguridad. Asimismo es nuestro deber luchar contra las condiciones
que muchas veces de manera injusta empuja a hombres y mujeres a abandonar sus
países, víctimas de la opresión económica, social o política. Debemos ser humanamente
solidarios, y expresarnos sin ambages a favor de políticas de auxilio humanitario para
poblaciones víctimas y condenar toda actitud política soberbia que impida ejercer esa
solidaridad.
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Estimado ciudadano, los Francmasones, hombres y mujeres humildes, que día a día en el
silencio laborioso de su perseverante accionar, intentan ser fieles al legado de sus
mayores, desarrollan su vocación de servicio, y están siempre dispuestos a contribuir con
sus luces al espíritu de progreso para mejorar nuestra sociedad.
Y desean augurar a quién la ciudadanía elija como su Presidente y a todas las
autoridades electas por la Soberanía Popular, el mayor de los éxitos, al tiempo de
asegurarle, que desde nuestra perspectiva, estamos a disposición para aportar nuestra
contribución a todo esfuerzo constructivo que nuestra sociedad demande.
Reciba, estimado(a) ciudadano(a), nuestros respetuosos y fraternales saludos
Myriam Tardugno Garbarino Elbio Laxalte Terra
Serenísima Gran Maestra Soberano Gran Comendador
Gran Oriente de la Franc-Masonería Supremo Consejo del
del Uruguay Grado 33º